Santiago Ramón y Cajal
La cultura del esfuerzo, el valor de la voluntad
Petilla de Aragón, 1852 – Madrid, 1934
Ramón y Cajal vivió sus primeros años en Larrés (el pueblo de su familia), Luna, Valpalmas y Ayerbe, donde su padre, Justo Ramón, concluyó su rosario de destinos como médico rural. Santiago era un niño inquieto, travieso y de curiosidad innata. Su padre, severo y poco amigo de bromas, no le permitió desarrollar su gran afición por el dibujo (que más tarde aplicaría muy bien a sus investigaciones), pero imprimió en Santiago una cultura del esfuerzo que él mismo (que había progresado de barbero a cirujano de segunda, hasta obtener el puesto de profesor de Disección en la Universidad de Zaragoza) había seguido a rajatabla.
Tras pasar por los Escolapios de Jaca, terminaría en el Instituto de Huesca los estudios de bachiller. En las vacaciones, su padre intentaba atarlo en corto, dominar su tendencia indómita e inculcarle conocimientos de anatomía con esqueletos del camposanto de Ayerbe. Apasionado por la educación física, por la literatura fantástica y por la filosofía, fue a Zaragoza a estudiar Medicina. Nunca perdió la rebeldía, pero era disciplinado, estudiaba, se dejaba orientar por su padre, y consiguió el título en 1873.
Vida
Nuestro protagonista accedió a una plaza en la Sanidad Militar, asistió en Cataluña a episodios de la guerra carlista y fue destinado a Cuba. En esa isla contempló horrorizado la corrupción de los mandos y el desamparo de la tropa, y contrajo el paludismo. Regresó débil y enfermo a Zaragoza, y fue practicante en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia y profesor ayudante de Anatomía en la Universidad de Zaragoza.
Por entonces se doctora y, bajo la influencia del catedrático Maestre de San Juan, se interesa por la Histología (la parte de la Anatomía que trata de los tejidos orgánicos) y compra, con enorme esfuerzo, un microscopio para avanzar en su estudio. Gana la plaza de director de Museos Anatómicos y empieza a publicar trabajos científicos, pero no tiene suerte en las oposiciones a cátedra a las que se presenta en Zaragoza y Granada. Buscando mejora para sus maltrechos pulmones, viaja por el Pirineo y se aficiona enormemente a la fotografía, donde, entre paisajes, retratos y bodegones, encuentra un singular campo de experimentación: será uno de los pioneros de la fotografía en color y un innovador, muy reconocido en ese arte.
Obra
Casado con la zaragozana Silveria Fañanás, en 1883 obtiene una cátedra en la Universidad de Valencia. En esa ciudad lee, escribe, se interesa por el hipnotismo, juega al ajedrez y, cuando en 1886 se declara una epidemia de cólera, estudia los trabajos del doctor Ferrer y elabora un informe para la Diputación de Zaragoza. Gana la cátedra de Histología de la Universidad de Barcelona y en 1892 ocupará la vacante de esa misma asignatura en Madrid, donde se instalará definitivamente. Para entonces ya está estudiando a fondo el sistema nervioso y sus trabajos han recibido elogios de la Sociedad Anatómica Alemana en Berlín. En España, su trabajo, que había sido absolutamente ignorado, empieza a ser reconocido poco a poco.
Cajal investiga, publica, asiste a congresos internacionales en los que aumenta su prestigio. Es homenajeado en Cambridge y en Harvard, entre otras universidades, y en 1900 recibe el prestigioso Premio Moscú del Congreso Internacional de Medicina de París. Ingresa en la Real Academia de Ciencias y en 1902 es nombrado director del recién creado Instituto Nacional de Higiene y del Laboratorio de Investigaciones Biológicas (precedente del Instituto Cajal de Investigaciones Biológicas, en 1922, que más tarde se incorporaría al CSIC). Su publicación plurianual Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados(1897-1904) recoge un impresionante caudal investigador.
El Nobel
Hacia 1903 desarrolla sus investigaciones sobre fisiología del sistema nervioso. A partir de los trabajos de Camillo Golgi, cuyas preparaciones para observar al microscopio mejoró, pudo ver las terminaciones de las células nerviosas (neuronas) y demostrar que eran unidades independientes, movidas por impulsos (por transmisión química o eléctrica, “sinapsis”). Así, pese a que el investigador italiano mantenía una postura diferente (“reticularista”, defendía una estructura de neuronas más entrelazadas), el aragonés valoraba esa aportación pese a refutar fundadamente sus teorías. De hecho el Premio Nobel de Medicina (1906) les sería concedido de forma conjunta, aunque la relación personal era nula y Golgi no reconocía los méritos de su colega.
El año anterior al Nobel, el trabajo de Cajal había sido reconocido con la Medalla de Oro de Helmholtz de la Academia de Berlín: un galardón que en aquella época era todavía más prestigioso que el de la Academia sueca.
Presidente de la Junta de Ampliación de Estudios (que dirigiría hasta 1932), no deja de investigar, de probar métodos, de innovar. Una muestra es su obra Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-1914). La Guerra Europea le llena de tristeza: para él es el fracaso de la razón y de los valores que siempre le habían guiado. Crea y mantiene escuela, con discípulos de gran recorrido académico e investigador. Para él, todo eso es mucho más importante que los honores y los agasajos de las autoridades (ya en 1907 se le había ofrecido, sin éxito, ser ministro de instrucción pública; más tarde le harán senador).
Consagrado como una gloria nacional, añorando en sus últimos años a Silveria, dedicado también a ordenar sus recuerdos… el padre de la neurociencia moderna, cuyas investigaciones siguen desvelando nuevas claves y estimulando a investigadores en todo el mundo, murió en Madrid el 17 de octubre de 1934.
Referencias
- José Luis Cano (2002): Don Santiago Ramón y Cajal. Zaragoza, Xordica.
- Francisco Cánovas (2021): Santiago Ramón y Cajal. Maestro, científico y humanista. Madrid: Alianza Editorial.
- Antón Castro (1993): “Ramón y Cajal en el desván de la sabiduría”, en Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados (156-161). Zaragoza: Gobierno de Aragón.
- Gran Enciclopedia Aragonesa on line: http://www.enciclopedia-aragonesa.com/monograficos/biografias/santiago_ramon_y_cajal/default.asp
- Diccionario Biográfico Español, Real Academia de Historia: https://dbe.rah.es/biografias/10967/santiago-ramon-y-cajal
- Alberto Jiménez Schumacher, José María Serrano (coord.) (2020): Santiago Ramón y Cajal, 150 años en la Universidad de Zaragoza. Zaragoza: Universidad, libre acceso en https://zaguan.unizar.es/record/88353/files/BOOK-2020-019.pdf Se trata del catálogo de la exposición con la que la Universidad de Zaragoza celebró en 2019 el 150 aniversario la llegada de Ramón y Cajal como estudiante a la que denominó siempre su alma mater.
Actividades didácticas
La infancia de Santiago. Los pueblos
La infancia de nuestro protagonista se desarrolla en diferentes lugares a causa de los destinos de su padre como médico rural. Justo Ramón estaba trabajando en Petilla de Aragón, un enclave navarro en el norte de la provincia de Zaragoza, cuando nació Santiago. Pero tanto la familia como las vivencias infantiles del futuro médico son netamente aragonesas, con gran presencia de las tierras del Prepirineo.
Sitúa en un mapa de Aragón estos lugares: Larrés – Luna – Valpalmas– Ayerbe– Jaca
¿A qué comarcas pertenecen?
Larrés (Alto Gállego) – Luna (Cinco Villas) – Valpalmas (Cinco Villas) – Ayerbe (Hoya de Huesca) – Jaca (Jacetania)
Dos recomendaciones para conocer mejor los primeros años de Santiago Ramón y Cajal:
- Santiago Ramón y Cajal (2006): Recuerdos de mi vida (Edición de Juan Fernández Santarén). Barcelona: Crítica.
- José Luis Cano (2007): Cuando yo era un niño. La infancia de Ramón y Cajal contada por él mismo(Introducción, edición y notas de José Luis Nieto Amada). Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza. Colección Larumbe Chicos.
Dos recomendaciones para conocer mejor a Ramón y Cajal “en su salsa”:
Programa una excursión que incluya visitas a esos centros y a otros lugares de interés en sus entornos. Por ejemplo, en Ayerbe hay muestras muy interesantes de arte renacentista y barroco; cerca de Valpalmas, están los Aguarales (¿qué son, exactamente?).
Una singular aportación de Cajal
Ramón y Cajal ha pasado a la historia universal de la ciencia por sus estudios sobre el funcionamiento del sistema nervioso y por sus observaciones sobre la degeneración y regeneración, desarrollo y plasticidad de dicho sistema. Sus teorías siguen siendo hoy día una referencia en la investigación de los neurocientíficos sobre ese mundo interior tan complejo que cada uno de nosotros alberga dentro de su cuerpo (un mundo con mucho por explorar y por descubrir todavía).
Para Cajal, la actividad intelectual no depende tanto del número de neuronas como del número de conexiones que se establecen entre ellas: más importante que la cantidad es la relación, el dinamismo entre esos elementos microscópicos. No es tanta la importancia de las “capacidades innatas” ya que esas capacidades se pueden ejercitar: con voluntad y estudio, todos podemos modelar nuestro cerebro.
Él mismo desde joven se había preocupado por su forma física (entre otras razones para defenderse de algunos “malotes” que se encontró al llegar al instituto de Huesca) y sabía lo importante que es el ejercicio físico… y mental. De ahí que, además del cuerpo, cultivase también aficiones que ejercitan y desafían la mente: su pasión por el ajedrez, sus incursiones en el campo del hipnotismo, el interés por la literatura y la filosofía, el afán por experimentar e innovar técnicas fotográficas…
Busca el significado de la expresión latina “mens sana in corpore sano”. ¿Qué relación le ves con lo que acabas de leer?
Ramón y Cajal dijo una vez: “soy un obrero del microscopio”. ¿Cómo interpretas eso, con qué términos lo relacionarías?
Por ejemplo: trabajo, paciencia, humildad, tenacidad…
En su discurso de entrada a la Real Academia de Ciencias, aprovechó para explicar cómo deberían formarse los jóvenes para llegar a ser buenos científicos: con tesón, paciencia, independencia de juicio y curiosidad intelectual. Y también… con becas para estudiar en el extranjero. Esto nos lleva a otro asunto.
¿Qué inventen ellos? Sí, pero nosotros también
La frase que abre este enunciado es una expresión de Miguel de Unamuno sacada de contexto y que se ha estirado como un tópico acerca del conformismo y el escaso espíritu emprendedor e investigador en España a lo largo de su Historia. Hoy día, eso queda como una frase anticuada, pero hay que reconocer que la inversión en educación y en investigación, que es un valor seguro con el que es más fácil afrontar el futuro… es todavía insuficiente. Las crisis de los últimos quince años han ralentizado una tendencia que, con el cambio de siglo, iba al alza. Hoy día se intenta superar esa situación, pero no es fácil…
Busca la definición de “fuga de cerebros”. Busca en internet noticias en prensa acerca de ese fenómeno en relación con España y, si puede ser, con Aragón. Busca referencias acerca de la inversión en investigación en España: ¿qué lugar ocupa dentro de Europa?, ¿cómo ha evolucionado? Busca alguna noticia en relación con la situación de becarios, contratados en universidades y centros de investigación, precariedad laboral de estas personas, comparación con otros lugares del extranjero…
La ciencia en España, la ciencia en Aragón… no vive el mejor de los momentos, es verdad, aunque ha habido épocas mucho peores y algo se ha avanzado. Los avances deben mucho al esfuerzo de gentes de ciencia del pasado. A gentes que tienen su principal exponente en Santiago Ramón y Cajal.
En 1900 España tenía más de un 60 por ciento de analfabetos. La Universidad, acotada a unos pocos, tenía un tufo rancio; el mundo académico era incapaz de asumir la revolución científica y tecnológica que otros lugares ya estaban experimentando. Cajal fue aire fresco. Gracias a él, se recuperó parte del enorme atraso que se sufría desde siglos atrás y, además de estar en contacto con la vanguardia de la ciencia internacional, se creó infraestructura investigadora. Estuvo al frente de la Junta de Ampliación de Estudios: un ambicioso proyecto regenerador y modernizador del sistema educativo que contaba con las estancias de formación de investigadores en el extranjero como una pieza fundamental.
Ha habido otros muchos, otras muchas. No todo se debe a Cajal, por supuesto, pero su figura va más allá de lo exclusivamente “investigador”, al convertirse en referencia para la gestión y para las políticas públicas en relación con la educación y la ciencia. En el sentido en el que pretende ayudar a transformar inercias heredadas… Ramón y Cajal es un regeneracionista.
Otros científicos aragoneses y Aragón
Más o menos contemporáneos de Cajal, entre mediados del XIX y las primeras décadas del XX, hubo hombres de ciencia aragoneses (o que desarrollaron sus carreras en Aragón) que realizaron importantísimas contribuciones a las diferentes ramas del conocimiento científico.
Busca información sobre estas personas, descubre un poco de ellas, y asócialas con la disciplina en la que destacaron:
- Zoel García de Galdeano a- Botánica
- Julio Palacios b- Química
- Francisco Loscos c- Geología
- José Pardo Sastrón d- Física
- Lucas Mallada e- Botánica
- Miguel Catalán f- Matemáticas
- Bruno Solano g- Física
Soluciones: 1-f; 2-d (o g); 3-a (o e); 4-e (o a); 5-c; 6-g (o d); 7-b
Esto… ¿y las científicas?
Busca información sobre el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: ¿cuándo se celebra?, ¿qué objetivos tiene?
11 de febrero
Busca información sobre Blanca Catalán de Ocón, ¿en qué destacó?
De Calatayud (1860-1904), es considerada la primera botánica española.
Busca información sobre estas tres mujeres y descubre qué singularidad les une: Antonia Zorraquino, Jenara Vicenta Arnal Yarza y Ángela García de la Puerta.
Fueron las tres primeras mujeres en doctorarse en España en Ciencias Químicas, en la Universidad de Zaragoza, en 1929.
Hombre de ciencia y… humanista
Salvando las distancias, Santiago Ramón y Cajal se nos asemeja a uno de estos tipos del Renacimiento, como Leonardo, que le daban a todos los palos. Además de sus aportaciones a la ciencia mundial, este aragonés cultivó y practicó el atletismo y la gimnasia, el dibujo, la fotografía y el ajedrez, estudió sobre hipnosis y filosofía, cultivó la literatura y se preocupó por el mundo de alrededor. Por más que su trabajo le pudiese absorber, no obedece al tópico de “sabio despistado, ensimismado y fuera del mundo”.
Pone en evidencia lo artificioso que resulta etiquetar y hablar de “ciencias” y “letras” como compartimentos estancos, de lo simplista que es diferenciar entre ciencias naturales y experimentales por un lado, y ciencias sociales y humanidades por otro.
En la obra literaria del sabio, podemos destacar sus libros autobiográficos Recuerdos de mi vida: Mi infancia y mi juventud (1901) y Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica (1917), que reeditaría posteriormente. También, como una actividad lúdica y de evasión, publicó Cuentos de vacaciones (1905), en el que retomaba escritos de juventud, o Charlas de café (1921). También escribió ensayos como La psicología de los artistas (1902), Psicología de Don Quijote y el quijotismo (1905) o La fotografía de los colores. Bases científicas y reglas prácticas (1912).
En su última obra, El mundo visto a los ochenta años: impresiones de un arteriosclerótico (1934), Cajal realiza un irónico análisis del mundo en los últimos días de su vida, y pese a su desmoralización con lo que ve, no abandona nunca la esperanza que tiene por el hombre y el progreso.
En su prólogo muestra un significativo grado de autocrítica y sentido del humor:
Si el público docto gusta de estas bagatelas literarias, a la serie actual seguirá otra hasta completar la docena de cuentos; si, por el contrario, y es de presumir, mis sermones científicos y trasnochados lirismos no hallan gracia a sus ojos, el resto de estas composiciones dormirá el sueño de los engendros malogrados, que debe ser harto más profundo que el llamado sueño del olvido.
Santiago Ramón y Cajal en la cultura popular (televisiva)
The Big Bang Theory es una exitosa y muy premiada telecomedia norteamericana que se produjo entre 2007 y 2019. Cuenta las peripecias de un grupo de amigos, científicos con unas dotes intelectuales superiores a lo normal, pero absolutamente incompetentes en las relaciones personales y sin ninguna habilidad social. El protagonista es el físico Sheldon Cooper (paradigma de egocentrismo), quien, en el episodio 16 de la temporada 6ª, quiere hacer un regalo a su novia, la neurocientífica Amy Farrah Fowler. Una becaria que trabaja temporalmente para él como asistente le ayuda en el empeño.
En la década de 1980, Santiago Ramón y Cajal adquirió cierta popularidad gracias a una serie televisiva de gran calidad, muy seguida (en aquellos tiempos no había tanta oferta audiovisual como ahora). Se trata de Ramón y Cajal (historia de una voluntad), dirigida por el realizador aragonés José María Forqué, protagonizada por Adolfo Marsillach y Verónica Forqué, y emitida en 1982.
Don Santiago Ramón y Cajal
Descarga desde este enlace el PDF de la publicación editada por la editorial Xordica con el patrocinio de la Obra Social de Ibercaja.
Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados
Descarga desde este enlace el PDF de la publicación Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados, de Antón Castro y José Luis Cano, editada por el Gobierno de Aragón en 1993.
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