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Miguel de Molinos

Espíritu libre y ensimismado

Muniesa, 1628 – Roma, 1696

Miguel de Molinos prosigue una peculiar línea de heterodoxos aragoneses encabezada por Miguel Servet. No tuvo un final tan violento como el sijenense, pero sí dramático y a cámara lenta. Todo, por desafiar al dogma y por molestar al poder, aunque no fuese ese su objetivo.

Nacido “entre oliveras y centenos en los páramos de Muniesa” (como dice Antón Castro), y tras una infancia y adolescencia de las que se sabe muy poco, el joven Miguel, hijo de Pedro Molinos y Ana María Zujía, se estableció en Valencia, beneficiado por una beca otorgada por la iglesia de San Andrés. En la ciudad levantina estudió en los jesuitas, cursó Teología y se ordenó sacerdote en 1652. Fue confesor de monjas y miembro de la Escuela de Cristo, una congregación muy estricta dedicada a la reflexión espiritual.

Vida

En 1663 fue enviado a Roma por la Diputación del Reino de Valencia, delegado para acelerar la beatificación del cura valenciano Francisco Jerónimo Simó. Y de la Ciudad Eterna ya no volvería. Ahí ingresó en la delegación romana de la Escuela de Cristo y empezó a ganar fama como gran predicador y director espiritual de personalidades destacadas, entre ellas mujeres de la alta sociedad. Como asceta e “iluminado”, practicó un estilo de vida austero en busca de la perfección moral y espiritual.

Precedido de un Breve tratado de la comunión cotidiana, en 1675 publicó la Guía espiritual que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz. Esa obra ya dice mucho en su extenso título. Para Molinos, el alma ha de estar pura, sin pecado, alejada de preocupaciones y meditaciones. Ese vacío espiritual, esa nada, es el camino más corto para llegar a Dios. Hay quien ve en esas doctrinas un parentesco con el budismo y la búsqueda del nirvana.

Obra

La Guía espiritual contó con la aprobación de teólogos (varios de ellos censores de la Inquisición) y en años posteriores se traduciría al castellano (en varias ediciones, zaragozana una de ellas), italiano, francés, holandés, inglés, alemán y ruso. El molinosismo y sus métodos “quietistas” ganaron seguidores.

En un primer momento, estas doctrinas no encontraron inconveniente, pero pronto empezaron a cambiar las tornas. Molinos había escrito unas Cartas a un caballero español desengañado para animarlo a tener oración mental, dándole modo para ejecutarla, intentando corregir ahí algunos puntos que percibía que no estaban siendo bien interpretados en su Guía espiritual. Pero eso no bastaba, porque sus doctrinas molestaban a gente muy poderosa en Roma y en la cristiandad.

Ataques sin tregua

Los jesuitas sentían que, en su defensa de la contemplación frente a la meditación, el de Muniesa estaba menospreciando a su fundador Ignacio de Loyola y sus Ejercicios Espirituales. Se acusaba a Molinos de iniciar en el sistema contemplativo (excelso y complejo y solo al alcance de “unas pocas almas privilegiadas”) a “cualquier monja o fémina”. Esto explica muchas cosas. Lo que escocía a los jesuitas era que no pocos conventos de monjas habían pasado de la dirección de la Compañía a la metodología molinosiana.

Se estaba poniendo a prueba la influencia de la Compañía de Jesús y la sombra de esta era muy alargada. Algunos jesuitas empezaron a lanzar ataques sin tregua y a señalarle directamente como herético. Molinos escribió su Defensa de la contemplación sin mucho éxito, porque tanto ese como la Guía espiritual fueron incluidos en 1681 en el Índice de libros prohibidos por el Santo Oficio. El papa Inocencio XI, pese a su amistad con Molinos, cedió ante esas presiones.

Las doctrinas quietistas fueron sometidas a juicio, consideradas un cáncer que se extendía por España y Francia. Molinos fue apresado en el verano de 1685. El proceso fue lento porque no era fácil conseguir pruebas de las presuntas desviaciones doctrinales del sacerdote aragonés. Bajo tortura, admitió absurdas acusaciones de inmoralidad y abjuró de sus doctrinas. Humillado y con una condena a prisión de por vida, falleció el Día de los Inocentes de 1696. Su figura y su obra (una espiritualidad innovadora basada en la experiencia del individuo) se recuperarán bien entrado el siglo XX.

Referencias

Mostramos aquí algunas de ellas.

  • Antón Castro (1993): “Miguel de Molinos. El tormento de la nada”, en Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados (108-113). Zaragoza: Gobierno de Aragón.
  • Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Molinos
  • Jesús Ezquerra (2014): El profundo de la nada. El desapego de Dios en el místico aragonés Miguel de Molinos. Zaragoza, IFC.
  • Francisco Martín, Miguel Ángel Motis (2019): Miguel de Molinos. Heterodoxia, mística y escritura. Muniesa-Utrillas, Centro de Estudios Miguel de Molinos, Comarca Cuencas Mineras.

Actividades didácticas

El misticismo

Como ves, esas características coinciden con lo que hemos conocido de su vida y pensamiento. Miguel de Molinos prosigue una larga tradición mística, que en los territorios hispánicos tenía una fuerte implantación desde siglos atrás. El misticismo no solo corresponde al mundo cristiano, sino que cuenta con significativos exponentes musulmanes y hebreos.

Busca información sobre estos términos: Sufismo / Cábala

La tradición mística está cobijada bajo diferentes credos y confesiones religiosas. Muchas veces anda por sus márgenes y corre el riesgo de ser tenida por peligrosa si hay defensores del dogma tan rigurosos y estrictos que consideran que las visiones alternativas o un poco “diferentes” atacan directamente al núcleo de la fe.

Busca la definición de: Dogma. ¿Crees que el dogmatismo es contrario a la libertad de pensamiento? Redacta una breve explicación acerca de esas cuestiones en pocas líneas. La biografía de Molinos puede ayudarte a ejemplificarlo, pero también las entradas que tenemos en esta web en torno a Miguel Servet y (aunque de forma no tan cruda) Baltasar Gracián.

Antes que Molinos, muchos religiosos habían seguido esa senda mística cristiana que tan bien (y con gran calidad literaria) personifican san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús. Estos dos autores fueron glorificados y canonizados pese a que decían cosas que podrían haber sido interpretadas de forma retorcida. De hecho, tampoco les faltaron problemas en vida y se encontraron en muchas ocasiones con la censura y la intolerancia

Aunque el autor murió en 1591, esta obra no fue publicada hasta 1630. ¿A qué crees que pudo deberse? ¿Te parece que los poemas del Cántico espiritual son muy religiosos según “lo riguroso”… o tal vez las formas de expresarse indican otra cosa?

Algunas pistas: este poeta habla de amor, de belleza, de recreo… asimilándolos a lo divino. Esto (y otras cosas) metieron en problemas a Juan de la Cruz en su orden, la de los carmelitas, le costó prisión… aunque finalmente pudo desarrollar su obra.

Como dicen Martín y Motis, el misticismo de Miguel de Molinos “nada tenía que no hubiese recibido de antiguo la aprobación de la Iglesia en los escritos de los grandes místicos españoles y de san Francisco de Sales, abandonando todo aparato de éxtasis y visiones muy abundantes en los escritos de santa Teresa, reduciendo su camino de perfección al ideal brahmánico de la aniquilación del sentido y el entendimiento, el silencio o muerte místicos, donde se desvanece la palabra, el pensamiento y la voluntad y habla Dios con el alma y le enseña la más alta sabiduría”.

Pero el cura turolense no contó con el beneplácito que sí tuvieron otros místicos. No solo eso, sino que fue castigado muy duramente. El acercamiento a la divinidad mediante la contemplación como aniquilación y recogimiento, la oración de la quietud, la suspensión de la palabra y el entendimiento… todo eso caerá bajo la sospecha teológica. La desgracia de Molinos fue que su popularidad, el éxito que tenían sus doctrinas atrajo envidias en la curia papal, movida por intereses políticos.

La Compañía de Jesús ejercía un poder inmenso en Roma y en gran parte de la cristiandad. Su influencia era inmensa en lo doctrinal y en lo educativo, y las doctrinas tan seguidas de Molinos eran un obstáculo. Ello explica los ataques furibundos que le llevaron a ser procesado. La Inquisición española acogió con satisfacción la condena del molinosismo (que estaba muy extendido en Francia, Italia y España) y de su líder y seguidores.

Quizá, al rechazar y castigar las doctrinas quietistas de Molinos, la Iglesia católica perdió la ocasión de haberse acercado a una comprensión más universal del hecho religioso.

Un paralelismo, relaciones “reales” e influencias de Miguel de Molinos

Otro ilustre aragonés en Roma

Unas décadas antes, otro aragonés, este de Peralta de la Sal, había dejado en Roma un rastro importante. José de Calasanz (1557-1648) es uno de los grandes nombres de la historia de la Pedagogía. Fue en la ciudad de los papas donde emprendió las iniciativas que fructificaron en la creación de escuelas gratuitas y populares. El fundador de las Escuelas Pías, amigo y valedor de Galileo y de Campanella, también se las había visto con los jesuitas, que no veían con buenos ojos las alternativas a su monopolio educativo.

Explora en la biografía de san José de Calasanz y resume sus aportaciones a la historia de la educación.

Cristina de Suecia, una reina diferente

Miguel de Molinos mantuvo una intensa relación, sobre todo epistolar, con la exreina Cristina de Suecia (1626-1689). Mujer de una gran inquietud intelectual (en su juventud había llamado al filósofo René Descartes a su corte en Estocolmo), tras su abdicación y posterior conversión al catolicismo, había vivido entre Roma y otras ciudades europeas. Se había destacado por su libertad de pensamiento (lo que le atraía no pocas críticas en el ambiente romano, muy conservador) y se sintió atraida por el quietismo propuesto por Molinos.

Cristina de Suecia es un personaje muy interesante porque rompió muchos moldes en su época. Nadó contra corriente en cuestiones muy sensibles (como la religiosa, al renunciar a la firme tradición protestante de su dinastía, o los roles de género y afectivo-sexuales a los que desafió). Explora un poco en su biografía. Hay un clásico del cine de todos los tiempos: la película La reina Cristina de Suecia (1933). Tiene una trama romántica más bien edulcorada, pero solo por ver la manera en que llena la pantalla la gran actriz Greta Garbo… merece la pena. Se puede acceder a ella fácilmente en diferentes plataformas. Más reciente, de 2015, también se centraba en su figura la película canadiense Reina Cristina Armas Rojas (basada en la obra de teatro La Reine-Garçon).

Autor influyente

Miguel de Molinos ha influido en las obras literarias de Ramón María del Valle Inclán (quien en su libro La lámpara maravillosa aborda cuestiones relacionadas con la reencarnación y el karma) y Ramón J. Sender (especialmente, en su novela El verdugo afable). También, de forma muy nítida en María Zambrano (habla de la nada como “ejercicio creador”, busca el ideal en la verdad). Esta gran filósofa, que reflexionó sobre las relaciones entre lo divino y lo poético, recoge en muchos de sus libros (entre ellos, Claros del bosque) las ideas del pensador aragonés y publicó un artículo titulado “Miguel de Molinos reaparecido” (revista Ínsula, 1974), en el que se preguntaba: “¿No será que la poesía siempre anda emparejada con la mística, que sea ella misma en cierta manera una mística?”.

El quietismo ha quedado encerrado en un tópico que no es exacto: su identificación casi exclusiva con el pensamiento oriental. Según Tellechea, Molinos es el pionero del libre pensamiento y padre del racionalismo moderno; es un teósofo emparentado con el Oriente (…), es la cima de la mística española (…) y representa un modo aragonés de ser hereje”.

Casi a modo de conclusión… visto todo esto con ojos del siglo XXI, no es fácil entender cómo los detalles y matices en torno a cuestiones que en el fondo son tan íntimas (el alma, el conocimiento de uno mismo, la paz interior…) podían levantar tantas pasiones, llevar a la muerte o a la cárcel a quienes se salían del dogma, aunque para nada cuestionasen el sujeto auténtico de la fe. En clase podéis comparar y debatir acerca de conflictos y situaciones que hoy en día pueden recordar a aquellas del pasado. El tema tiene muchas, muchísimas lecturas.

Molinos, recuperado

Desde Muniesa, su localidad natal, se reivindica también la figura de Miguel de Molinos, quien da nombre a un Centro de Estudios. Esta entidad cultural, adscrita al Instituto de Estudios Turolenses, intenta recuperar la memoria de uno de sus hijos más ilustres.

Hemos seleccionado cuatro frases que dan paso a algunos de los primeros capítulos de la obra principal de Miguel de Molinos, la Guía Espiritual.

    • Para que Dios descanse en el alma, se ha de pacificar siempre el corazón en cualquier inquietud, tentación o tribulación.
    • Aunque el alma se vea privada del discurso, debe perseverar en la oración y no afligirse, porque esa es su mayor felicidad.
    • No se ha de afligir el alma ni ha de dejar la oración por verse rodeada de sequedades.
    • Para que el alma llegue a la suprema paz interior, es necesario que Dios la purgue a su modo, porque no bastan los ejercicios y mortificaciones que ella pueda tomar por su mano.

La palabra “alma” aparece en las cuatro frases: ¿por qué crees que le da tanta importancia? ¿Crees que el mensaje es optimista o pesimista? ¿Da esperanzas, da consejos? ¿Señala obstáculos e inconvenientes? ¿Cree que pueden superarse?

Aunque sea poco conocido, puede decirse Miguel Molinos puede ser apreciado desde la actualidad porque aborda cuestiones universales que preocupan al ser humano desde el principio de los tiempos. Se sea creyente o no… siempre hay una parte de nosotros que en algún momento, por fugaz que pueda ser, busca una explicación trascendente, una pequeña luz, una conexión con un algo ideal… “Y pobre hombre en sueños / siempre buscando a Dios entre la niebla”, decía el gran poeta Antonio Machado (poema “Es una tarde cenicienta y mustia”, en Soledades, Galerías y otros poemas, 1907).

Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados

Descarga desde este enlace el PDF de la publicación Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados, de Antón Castro y José Luis Cano, editada por el Gobierno de Aragón en 1993.

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