Marco Valerio Marcial
El ingenio y la contradicción, la esencia de lo humano
Bilbilis, 40-104
Este miembro de una familia de notables locales que estudió leyes y declamación en Tarraco, marchó a Roma para proseguir su carrera bajo el amparo de Séneca. La caída en desgracia del cordobés bajo la autoridad de Nerón le dejó desamparado y pobre, obligado a ejercer oficios de diversa índole (entre ellos el de soldado).
Rondaba los cuarenta cuando sus escritos empezaron a hacerle popular en la ajetreada y bulliciosa Roma y a gozar del favor de los poderosos. Corría el año 80. El emperador Tito inauguró el anfiteatro Flavio (el Coliseo) y Marcial compuso en tono celebratorio el Liber Spectaculorum. La protección imperial proseguiría con el sucesor Domiciano y fue un gran aval para su carrera literaria.
Vida
Marcial es el maestro de la poesía epigramática, un género caracterizado por la brevedad y el ingenio. La obra de su vida, recopilada en quince libros, son los Epigramas: unos mil quinientos textos breves e incisivos, ejercicios de precisión y agudeza con motivos frecuentemente festivos, en ocasiones dedicatorios y elegíacos (género en el que destapa enorme sensibilidad) y, sobre todo, satíricos.
Marcial retrata con singular maestría las miserias y las grandezas de la vital y cosmopolita ciudad de Roma: una sociedad desenfadada e injusta que conoce a la perfección. Lejos de narrar gestas y secundar géneros retóricos, el bilbilitano critica la hipocresía, reflexiona sobre la condición humana y sus contradicciones… y adula a quien le conviene. Antón Castro le califica de “servil y lisonjero con los señores” y “sarcástico y procaz con los inmorales y los cretinos”. Pero, añade el escritor gallego-aragonés, mediante una poesía definida por la sencillez, la espontaneidad, la precisión y la elegancia, el hispanorromano “se sabe un moralista y su vocación es la de restituir una visión humanista y no la de destruir una reputación”.
Obra
Amigo de escritores como Plinio el Joven, Juvenal y Quintiliano, Marcial tiene un punto cascarrabias: se queja de lo cara que es la vida, de las desventajas de la gran ciudad, de la monotonía y la servidumbre de buscar patronos y tener que hacerles la pelota en paseos, conversaciones, termas y cenas. Encuentra vacía una vida social de la que forma parte; tiene propiedades y servicio de esclavos; goza de notoriedad en los ambientes culturales de Roma (es plagiado, y eso da idea de su éxito), pero sigue quejándose, haciéndose ver más desdichado y menesteroso de lo que es. Transitando de lo más puramente lírico a lo obsceno, de lo digno a lo rastrero… le gusta abundar en la paradoja: “Mis páginas son traviesas, pero mi vida es honesta”.
Bílbilis
Ese carácter rebuscadamente gruñón es una de las claves de lectura de su obra, en la que se detecta también cierta nostalgia retórica de su patria, idealizada, a la que volverá. La decisión se hará firme a finales del siglo, cuando los aires del poder cambien su dirección, y a la dinastía Flavia sucedan los mandatos de Nerva y Trajano. Marcial pierde los favores imperiales y, antes de verse más comprometido, avanzada la edad madura y con el apoyo de su admiradora Marcela, una hacendada local, emprenderá el retorno a Bilbilis.
Irene Vallejo recrea el retorno de Marcial a su tierra, avistando el solitario Monte Cayo, reencontrándose con el Jalón, y sintetiza sus sensaciones: “Bajo el cielo tranquilo de Celtiberia, amigo Marcial, dormirás a pierna suelta (…). [Gracias a tu benefactora Marcela], escaparás por fin a la amenaza de la miseria, que nunca te abandonó del todo en Roma”. La escritora zaragozana compendia también sus contradicciones: “Conocerás por fin la calma, pero dejarás de escribir. Con el estómago lleno, tu rabia se apaciguará y dejarás atrás tu disfraz de niño terrible (…). Cuando estabas en Roma, te irritaba la vida artificial y la hipocresía que observabas a tu alrededor. Estabas harto de halagar a los poderosos. Entonces la nostalgia te dictaba poemas en los que enumerabas los ásperos nombres de tu tierra. Bien, ya has regresado a tu pequeño paraíso de sosiego. Pronto empezarás a rezongar entre dientes, mascullando tu añoranza de las reuniones, los teatros, las bibliotecas de Roma, la agudeza de tu círculo social, los placeres y el bullicio de la capital; en suma, de todo lo que has dejado por afán de tranquilidad”.
A su muerte, Plinio el Joven dijo de él: “Marcial era hombre ingenioso, agudo y mordaz, en cuanto escribía ponía mucha sal, mucha hiel y no menos candor”.
Puñal
Un puñal al que un pequeño círculo marca en su curva hoja. A este lo templó rusiente el Jalón con sus aguas heladas.
Actividades didácticas
El entorno y el contexto de los Epigramas
Sugerencias
Historia de Roma, de Indro Montanelli
Es un clásico con muchas reediciones, redactado en un estilo ameno y desenfadado. Puedes buscar en él las descripciones que hace del día a día de la vida en la Roma de época imperial, del bullicio, de las pequeñas miserias (y algunas grandezas) que se reúnen en esa ciudad… Te permitirá reconocer mejor el ambiente que vivió y retrató Marcial. Y, atención, te divertirá.
Cómo vivían los romanos (BBC, 2012), de Mary Beard
Esta especialista inglesa en el mundo clásico (y magnífica divulgadora) desgrana en tres episodios la vida cotidiana en la ciudad de Roma, atendiendo especialmente a sectores menos favorecidos, y con una gran presencia de las mujeres.
Marco Valerio Marcial: Epigramas. Versión completa de Segunda edición
Pulsa el siguiente botón y podrás acceder al libro editado por la Institución Fernando el Católico (1986), con texto, introducción y notas de José Guillén y revisión de Fidel Argudo. En él aparece la obra de Epigramas de Marco Valerio Marcial. Échale un vistazo e incide en la consideración de la mujer en época romana.
La cuestión de género
El papel de la mujer en época romana es un tema a tener muy en cuenta. Marcial, hijo de su tiempo, no sale precisamente airoso de ese trance. Llaman la atención sus invectivas, en ocasiones soeces, hacia mujeres que forman parte de ese universo mundano (la tendera, la prostituta, etc.) del que Marcial participa. Pero también es delicado en la descripción de la belleza y la bondad (las más de las veces personificada en lo femenino) y en la alabanza de virtudes de la mujer o la niña llorada en alguna de las elegías. Puedes buscar algunas de esas referencias en los dos pdf que te has descargado, que contienen los Epigramas.
En las referencias que citamos (como la breve biografía de Antón Castro) hay algunas alusiones a su vida privada y a su relación con las mujeres. Y es muy llamativo que su retorno a Bilbilis estuviese muy condicionado por la admiración de Marcela. Busca más información sobre todo esto.
“Marcial, el peregrino en su patria”, de Antón Castro y José Luis Cano
En la publicación Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados (entre las páginas 12 y 17), hay algunas alusiones a su vida privada y a su relación con las mujeres. Y es muy llamativo que su retorno a Bilbilis estuviese muy condicionado por la admiración de Marcela.
La crítica de costumbres
En ocasiones, la mujer es “víctima” de una retranca que, en cierto modo, no tiene género y es universal (también atraviesa épocas, y en ese sentido, muchos textos de Marcial mantienen toda su vigencia). La denuncia de vicios como la presunción: “Eres hermosa, lo sabemos; y joven, es verdad; y rica, pues, ¿quién es capaz de negarlo? Pero, cuando te alabas, Fabula, demasiado, ni rica ni hermosa ni joven eres” (Epigramas, I, LXIV). Este mensaje vendría a equivaler a un “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, y forma parte de esa crítica de costumbres y moralismo de que hace gala el bilbilitano.
La ironía ante la picaresca
Por ejemplo, al tabernero que vende vino aguado le dedica esta frase: “La vendimia está empapada por las lluvias continuas; aunque quieras, tabernero, no puedes vender vino puro” (I, LVI).
Tampoco escatima sarcasmo ante los plagiadores y (en este caso) “intérpretes” de su obra: “El libro que recitas, Fidentino, es mío; pero cuando lo recitas mal, empieza a ser tuyo (I, XXXVIII). En tiempos en que la propiedad intelectual y los derechos de autor no eran materias fáciles de defender, Marcial reivindicaba la integridad de sus creaciones. Otro ejemplo de vigencia.
El comentario faltón, no exento de cierta finura
“Zoilo, ¿por qué ensucias la bañera lavándote el culo? Para que se ensucie más, sumerge la cabeza, Zoilo” (II, LXII). Al bueno de Zoilo le da su parecer sobre la calidad de sus pensamientos (los pone a la altura de la mierda). Sobran más comentarios. Hoy hablamos de zascas y de troleos, pero… como ves, nada es nuevo. Marcial podía llegar a ser hiriente, pero nunca tóxico (¿o sí?, ¿qué piensas?).
Busca entre los cientos de Epigramas, tres que te parezcan actuales, que te llamen la atención, reflexiones que compartas o pienses que son vigentes hoy día. En esa edición descargable hay muchos elementos y notas de ayuda, que facilitan mucho su comprensión.
La vuelta al origen: cerrar el círculo a orillas del Jalón
En los Epigramas Marcial habla mucho de la patria que abandonó en la juventud, y a la que terminará volviendo. La idealiza desde la distancia.
Nuestro escritor nace en una Celtiberia que un par de siglos atrás había ardido en rebeldía frente al invasor romano. Un país que llevaba ya décadas bajo la pacificación impuesta por el vencedor (eso fue la Pax Romana), que bajo ese dominio prosperó económicamente y que se incorporó al mundo romano (recuerda lo que hemos comentado en el primer párrafo).
Tal vez puedas encontrar noticia de vestigios romanos en tu localidad. Investiga sobre ello. Si existe un pasado romano reconocible, ¿está musealizado o se exhibe de alguna manera?
La vigencia de Marcial
En resumidas cuentas, la posteridad ha tratado bien a este bilbilitano. Humanistas del siglo XVI, latinistas, eruditos y moralistas, el maestro del conceptismo barroco Baltasar Gracián (coterráneo suyo, por cierto), el ilustrado Juan de Iriarte, entre otros muchos, hasta investigadores más contemporáneos lo han estudiado y comentado.
Si observas la obra, en el fondo de la escena, se aprecia una inscripción latina que, traducida, dice: “Arte, ojalá pudieras plasmar la conducta y el espíritu, no habría en la tierra pintura más hermosa”. Es una más de las muestras de profundo lirismo que, entremezclado de frases más prosaicas, nos regaló Marco Valerio Marcial.
Retrato de Giovanna Tornabuoni (1488), Domenico Ghirlandaio
Marcial el travieso
Descarga desde este enlace el PDF de la publicación editada por la editorial Xordica con el patrocinio de la Obra Social de Ibercaja.
Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados
Descarga desde este enlace el PDF de la publicación Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados, de Antón Castro y José Luis Cano, editada por el Gobierno de Aragón en 1993.
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