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Isabel de Portugal

La pacificadora, la generosa, la paciente

Zaragoza, 1271 – Estremoz, Portugal, 1336

Isabel nació en el palacio de la Aljafería, residencia de reyes cristianos como antes lo había sido de moros. Era hija de Pedro III de Aragón y Constanza de Sicilia, que sintetizaban la vocación mediterránea de la Corona.

Su padre vivió un reinado atormentado por conflictos exteriores con Francia y con el Papa, que le excomulgó. También debió afrontar problemas internos con la nobleza aragonesa, que le arrancó el Privilegio General, y solventar desavenencias en su propia familia (su hermano Jaime II de Mallorca y su sobrino Sancho IV de Castilla, tibios en el apoyo exterior). Los disgustos y los ajetreos le llevaron a la tumba con 45 años.

Para entonces, 1285, la niña Isabel, devota y de corazón generoso, ya había sido sacrificada en aras de la geopolítica mediante un matrimonio convenido. Era reina consorte de Portugal por su matrimonio con el rey Dionís I, hombre culto, resolutivo y de gran personalidad que, pese a no ajustarse demasiado a la moral católica, siempre toleró el carácter piadoso y la entrega absoluta de su esposa hacia los desfavorecidos.

La reina de Portugal dedicó muchas horas y fondos a la atención de enfermos, ancianos y mendigos, ordenó la construcción de conventos, hospitales, escuelas y orfanatos… y soportó sin estridencias las infidelidades de su marido, que tuvieron su fruto en unos cuantos hijos naturales. Mientras, ella daba a luz a Constanza (que sería reina de Castilla) y a Alfonso, que había de suceder a su padre como rey de Portugal… no sin problemas. Dionís era un administrador eficaz, culto prudente e innovador, y su reinado no fue demasiado conflictivo, pero en sus últimos años se nubló por luchas sucesorias que enfrentaron a su hijo Alfonso y a uno de sus bastardos (Alfonso Sánchez).

Se sabe que Isabel medió en esas disputas por el trono, llegando –se dice– a exponerse en medio del campo de batalla. Algunas versiones sitúan esos sucesos en medio de un enfrentamiento entre padre e hijo (y no entre hermanastros, ya que Dionís pareció favorecer al vástago nacido fuera del matrimonio). Tras la muerte de don Dionís en 1325, y asentado su hijo en el trono, Isabel peregrinó a Santiago de Compostela y a su retorno ingresó en el convento de Santa Clara-a-Velha en Coimbra, que ella misma había fundado, donde tomó el hábito de las clarisas y siguió financiando obras de caridad. Muy anciana, volvió a oponer su figura pacificadora ante las ambiciones políticas de sus descendientes: su hijo Alfonso de Portugal y su nieto Alfonso de Castilla. En esas cuitas andaba cuando le sorprendió la muerte un 4 de julio de 1336.

Se le atribuyeron milagros tras su muerte. La Iglesia la beatificó en 1526 y, un siglo después, en 1625, fue canonizada por el papa Urbano VIII.

Referencias utilizadas

Antón Castro (1993): “Isabel de Portugal, una alondra de piedad”, en Antón Castro y José Luis Cano, Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados (pp. 42-47). Zaragoza: Gobierno de Aragón.

María Pilar Queralt del Hierro (2009): La rosa de Coimbra. Barcelona: Styria. Novela.

Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Isabel_de_Portugal_(santa)

Actividades didácticas

El milagro de las rosas, un pintor barroco y los límites entre leyenda e historia

Isabel parecía predestinada para la santidad. Se le bautizó con ese nombre en recuerdo de su tía abuela Isabel de Hungría (canonizada en 1235). Y suele relacionarse a “nuestra” Isabel con una leyenda también atribuida a su pariente.

La tradición nos cuenta que cierto día la reina llevaba entre sus ropas una gran cantidad de dinero destinada a los pobres. Su marido el rey le había prohibido dar limosnas y cuando este le pidió que mostrara lo que llevaba en el halda, las monedas se habían convertido en un manojo de rosas, evitándose así la ira del marido.

Francisco de Zurbarán representó a Isabel de esta guisa en 1626, con motivo de su canonización.

(También se conserva una efigie de Santa Isabel en la catedral vieja de Coimbra)

Lo cierto es que la iconografía y las versiones en torno a las dos santas, la húngara y la aragonesa, se confunden a veces. Eso deja en el aire una cuestión: ¿Dónde queda la leyenda y dónde la realidad? La tradición de Isabel actuando a escondidas de un marido irascible no parece coincidir con lo que cuentan los historiadores acerca de Dionís como una persona comprensiva (y aun cómplice) con las campañas caritativas de Isabel.

Busca información en línea acerca del rey Dionís I de Portugal: hay quien le considera uno de los puntales de la modernización y del sentimiento nacional portugués. ¿En qué se basan? Hay otras cosas que se cuentan del rey en cuanto a su vida privada. Eso conecta con el siguiente apartado.

El rey y la reina, el doble rasero

Es posible que el monarca tuviese con su esposa un acuerdo tácito de no poner objeciones a las actividades caritativas de ella, mientras Isabel hacía la vista gorda hacia los continuos devaneos del marido. El rey, trovador y seductor, tuvo amantes en gran cantidad e hijos a lo que luego era preciso “colocar”. La propia Isabel favoreció la educación y sostenimiento privilegiado de los mismos (uno de ellos, precisamente, disputaría sin éxito el trono al hijo legítimo, Alfonso).

Este comportamiento extramatrimonial en ámbitos privilegiados es un caso muy repetido a lo largo de la Historia, y en muchas épocas era tenido por “normal”. Eso sí, siempre en la misma dirección: el hombre podía mantener esa “doble vida”, pero ¡ay de la mujer adúltera! De ser descubierta, podía quedar marcada de por vida… en el mejor de los casos.

Trasladado a nuestros días, y más allá de asuntos de reyes y poderosos… ¿crees que hoy día se mantiene algo de ese doble rasero a la hora de tratar cuestiones sentimentales y de índole sexual? ¿Se ve de la misma forma a la persona que mantiene muchas relaciones si es chico que si es chica?

Al margen de estas reflexiones, estas cosas pasaban también porque, en las esferas de poder (y en otras más modestas), el matrimonio era un asunto político. Las bodas eran fruto de un acuerdo entre Estados, una fórmula para conciliar intereses, unir patrimonios e influencias, ensayar alianzas frente a terceros… En esos casos, el amor era lo de menos (si aparecía era por casualidad), y no se veía mal que, una vez cumplido el trámite, el rey (en este caso) buscase dar rienda suelta a sus instintos.

El matrimonio por razones de Estado y esta consideración utilitaria de la mujer como “fábrica de sucesores” los hemos visto con más detalle al hablar de la reina Petronila de Aragón. Siglo y medio separa a Isabel de la bisabuela de su abuelo Jaime, pero las cosas no cambiaban mucho, ni habían de cambiar en mucho tiempo.

Las casas reales, sus parentescos… y una ausencia llamativa

Sin perder el hilo de “matrimonio y política”, vemos que en el texto se han citado unos cuantos parentescos y países de toda Europa. Añadimos algunos para componer este mosaico tan curioso:

Los padres de Isabel eran Pedro de Aragón y Constanza de Sicilia. Sus dos hermanos mayores serían reyes de Aragón (sucesivamente Alfonso III y Jaime II). Su tía abuela, Isabel de Hungría, era hermana de Violante (su abuela, casada con Jaime I). Isabel se casó con el rey de Portugal: su hijo Alfonso también ocuparía ese trono. Su otra hija, Constanza, se casaría con el soberano de Castilla, y su nieto reinaría ahí como Alfonso XI.

Sitúa en un mapa de Europa: Aragón, Sicilia, Hungría, Portugal y Castilla… Llama la atención la lejanía de Hungría y… que no salga Francia, tan cercana a Aragón, y tan relacionada con su historia en siglos precedentes.

Durante el siglo XIII, las relaciones de Aragón con el reino de Francia no fueron buenas. De hecho, fueron abiertamente hostiles: la rivalidad por la influencia sobre los territorios de Occitania primero, las pugnas por el Mediterráneo después… separaron a los dos Estados, pese a que tiempo atrás hubiese sido corriente que los primeros reyes de Aragón buscasen matrimonios al norte de los Pirineos, pese a la presencia decisiva de gascones, bearneses, etc., en la conquista de Zaragoza por Alfonso el Batallador, o pese al continuo flujo encauzado por el Camino de Santiago. La razón de Estado tiende a imponer otras relaciones.

Para finalizar…

La festividad de Santa Isabel

El 4 de julio (fecha de su muerte) es consagrado a esta santa, que es patrona de la provincia de Zaragoza. La Diputación de Zaragoza da el nombre de Santa Isabel a sus premios anuales asignados a entidades y colectivos, y también a diferentes certámenes de arte, narrativa, artes plásticas, artes escénicas, guion audiovisual, etc.

Una niña en la Aljafería

El patio central de la Aljafería es conocido como patio de Santa Isabel, en recuerdo de la ilustre nacida entre los muros del palacio taifal. Es fácil imaginar a una niña aparentemente privilegiada, jugando en el jardín, escondiéndose entre arcos y naranjos, tal vez ajena al papel que se le tenía reservado, quizá en parte consciente de esa responsabilidad, preguntándose por las ausencias de su atribulado padre…

Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados

Descarga desde este enlace el PDF de la publicación Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados, de Antón Castro y José Luis Cano, editada por el Gobierno de Aragón en 1993.

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