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Al-Muqtadir

El esplendor de la Zaragoza islámica. La espada y la pluma

Hacia ¿1010?-Zaragoza, 1082

Durante la Edad Media, el islam no solo floreció en el sur de la península ibérica. También alcanzó un espectacular desarrollo en otros lugares, como el valle del Ebro y sus aledaños. Aquí, las autoridades locales estuvieron en continua pugna con el poder central establecido en Córdoba y, al estallar en 1031 una guerra civil que acabó por desmembrar el califato cordobés, aprovecharon para crear un reino o taifa independiente con capital en Saraqusta (Zaragoza).

Dos dinastías de origen árabe se sucedieron en el trono, los tuyibíes y los hudíes, con los que la zona consiguió alcanzar un extraordinario esplendor, en especial durante el gobierno del segundo de los monarcas hudíes, llamado Abú Yafar Ahmed ibn Sulaymán. Cuando llegó al trono, en 1046, dominaba un territorio reducido, pues su padre había repartido el reino entre sus cinco hijos. Pero pronto redujo a la obediencia a sus hermanos asentados en Huesca, Calatayud y Tudela. Solo su hermano Yúsuf, en Lérida, mantuvo su rebeldía, durante más de treinta años, hasta que finalmente fue derrotado y hecho prisionero.

A pesar de las luchas familiares y de la presión militar que ejercían los gobernantes cristianos de Castilla, el joven reino de Aragón y los condados catalanes, el soberano saraqustí consiguió ampliar su poder político y militar hasta el Mediterráneo. Ocupó Tarragona, Tortosa y Denia, y sometió a vasallaje a Valencia, haciendo de la taifa zaragozana la más poderosa de la Península, junto con la sevillana.

En el norte de sus dominios, disputó el control de las ciudades de Graus y Barbastro a los aragoneses. En 1063, venció a las puertas de Graus a Ramiro I, quien murió en la batalla. Pero un año después el papa Alejandro II decretó la Cruzada –un ensayo de las que luego se dirigirían a la conquista de Jerusalén– y caballeros procedentes del sur de Francia arrasaron Barbastro y mataron o esclavizaron a sus habitantes. Dada la brutalidad de los cristianos, el rey zaragozano llamó a la guerra santa, pidió ayuda a todo al-Ándalus y al frente de un poderoso ejército recuperó Barbastro en 1065. Por su gran triunfo recibió el sobrenombre de Al-Muqtádir Billah, esto es, “el poderoso por la gracia de Dios”.

La Aljafería

Para celebrar su victoria, Al-Muqtádir decidió levantar en las afueras de Zaragoza un palacio de ensueño, como sacado de un cuento de Las mil y una noches, la Aljafería, cuyo nombre deriva de uno de los nombres del monarca, Yafar. Por fuera, sus poderosas murallas, con torreones ultrasemicirculares, recuerdan tanto a la muralla romana de Zaragoza como a las de los primeros castillos árabes en el desierto sirio. Su interior, por el contrario, es todo delicadeza, con fuentes y jardines, como describe el Corán el paraíso, y estancias ricamente decoradas con sofisticados motivos geométricos y vegetales ya sea en yeso, ya en cerámica o madera. El monarca quedó tan satisfecho con el resultado de la construcción que hasta le dedicó un poema:

Oh, palacio de la alegría (qasr al-surur).

Oh, salón de oro,

en vosotros han hallado su colmo mis deseos.

Si nada más poseyera en mi reino

tendría todo lo que pudiera ansiar.

En la Aljafería el rey ordenó crear una gran biblioteca y entre sus paredes se reunieron literatos, filósofos, hombres de religión, historiadores, expertos en leyes, científicos y traductores procedentes de todo Al-Ándalus, atraídos por la seguridad que brindaba Al-Muqtádir, y que se sumaron a los sabios locales, que ya sobresalían. En Saraqusta, por ejemplo, nació una de las mejores escuelas filosóficas del islam, que incorporó definitivamente los postulados de Aristóteles y que influirá en el pensamiento cristiano medieval. Pero la ciudad también acogió a músicos, médicos, matemáticos, físicos o astrónomos de enorme fama, cuyas enseñanzas se expandieron por todo el mundo musulmán, con el que la ciudad estaba conectada a través de su activo puerto fluvial y de las aguas del Ebro, navegable hasta su desembocadura.

En sus últimos años de vida, Al-Muqtádir, ya muy enfermo, cedió el poder a sus hijos. Y estos, a su muerte, se dividieron el reino. Su sucesor, Al-Mutamán (“el que confía en Dios”), uno de los matemáticos más destacados de Europa en la Edad Media, además de rey, continuó las guerras de su padre contra los cristianos y, a su vez, se enfrentó a su hermano establecido en Lérida, para todo lo cual contó con la valiosa ayuda de un aliado a sueldo, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

Referencias

  • Mª Jesús Viguera (1995): El islam en Aragón. Zaragoza: CAI (col. Pano y Ruata), 1995.
  • José Luis Corral (1998): Historia de Zaragoza 5, Zaragoza musulmana (714-1118). Zaragoza: Ayuntamiento.
  • Mª José Cervera (1999): El reino de Saraqusta. Zaragoza: CAI.
  • Marcos Castillo Monsegur, ed. (1987): La casa del placer (poesía). Calatayud: Sociedad de Estudios Hispano-Árabes Al-Ándalus As-Samali.
  • Abú Bakr al-Gazzar (2005): Abú Bakr al-Gazzar, el poeta de la Aljafería. Zaragoza: Prensas Universitarias.
  • Fernando Andú (2007): El esplendor de la poesía en la taifa de Zaragoza. Zaragoza: Mira.
  • José Luis Corral (1998): El salón dorado (novela). Barcelona: Edhasa.
  • Arturo Pérez-Reverte (2019): Sidi. Un relato de frontera (novela). Madrid: Alfaguara.

Actividades didácticas

La marca superior

Los reinos de taifas

¿Qué son los reinos de taifas? En tu libro de historia, en internet o en alguna de las publicaciones de la bibliografía podrás encontrar la respuesta, si no la sabes ya.

En el año 929, Abderramán III se proclamó califa de Al-Ándalus y estableció su capital en Córdoba, declarando la independencia política de Bagdad, capital del califato abasí.

Con el califato de Córdoba, Al-Ándalus vivió su época de máximo esplendor y estabilidad: se produjo un gran crecimiento de la economía gracias al comercio por el Mediterráneo y se frenó el avance de los reinos cristianos.

Sin embargo, la autoridad del califa fue perdiendo fuerza con el tiempo y el poder pasó finalmente a manos de Almanzor, un general que impuso una dictadura militar.

A su muerte, la guerra civil entre distintos grupos musulmanes (árabes, bereberes y eslavos) provocó la disolución del califato en 1031 y la división del mismo en los llamados reinos de taifas. Los más importantes fueron los de Sevilla, Toledo, Badajoz, Zaragoza, Tortosa, Denia y Granada.

Fronteras de la taifa de Zaragoza

Busca en el texto con qué reinos tenía frontera la taifa de Zaragoza durante el gobierno de Al-Muqtádir (1047-1082). Sitúalos en el mapa y señala cuáles eran aliados y cuáles enemigos.

Al norte

  • reino de Navarra: Sancho IV, tratado de alianza y pago de parias (impuestos).
  • reino de Aragón: Ramiro I y Sancho Ramírez, enfrentamientos por el control de los territorios en la frontera norte.
  • condado de Barcelona: condes Ramón Berenguer I y Ramón Berenguer II, enfrentamientos por los territorios del este.

Al sur

  • taifa de Toledo: Al-Mamún y Al-Cádir enfrentados por el dominio de la taifa de Valencia.
  • taifa de Albarracín: Abd-Al Maliq, entre 1045 a 1086 paga parias a Castilla para mantener su autonomía frente a Zaragoza y Toledo.
  • taifa de Denia: Ali Iqbal Al-Dawla, conquistada en 1076 por Al-Muqtádir.
  • taifa de Valencia: Abu Bakr ben Abd Al-Aziz, en 1075 su reino es vasallo de la taifa de Zaragoza.

Al este

  • taifa de Lérida, Yusuf Al Muzaffar. Largo enfrentamiento entre hermanos por el territorio de Lérida, anexionado a la taifa zaragozana en 1078.
  • taifa de Tortosa: administrada por reyezuelos de origen eslavo, el último fue Nabil Al-Fatá. En 1061 pasó a manos de Al-Muqtádir.

Al oeste

  • Reino de León y Castilla: Fernando I, Sancho II y Alfonso VI. La taifa de Zaragoza paga tributos de forma regular para no ser agredida.

Zaragoza y la Aljafería

Saraqusta, la Ciudad Blanca. Zaragoza en época hudí

Urbanismo

Localiza en este plano de Saraqusta los principales lugares de la ciudad que se mencionan en el texto. Busca información y explica qué son: medina, barrios nuevos, zocos, cementerios, judería, barrio mozárabe, zuda, mezquita mayor, mezquitas, iglesias, puertas, muralla de la medina, muralla de tapial.

Saraqusta contaba con una muralla de piedra blanca, de yeso, de época romana. Rodeaba la medina y le dio el sobrenombre de Medina Albaida, la Ciudad Blanca. Con el tiempo se fueron sumando barrios nuevos fuera del recinto amurallado, que se fortificaron con una nueva muralla construida con tapial.

Dentro de la medina se encontraba la mezquita aljama, la principal, construida en los primeros años de la ocupación islámica y ampliada con posterioridad en varias ocasiones según iba creciendo la población de la ciudad. Además de la mezquita aljama o mayor, había otras mezquitas en los diferentes barrios.

La población cristiana, que se respetó, contaba con dos templos. En el barrio mozárabe se encontraba la iglesia de santa María a orillas del Ebro y extramuros, la iglesia de las Santas Masas.

También la población judía, en la judería, contaba con edificios religiosos propios.

El trazado de las calles dentro de la medina formaba cuadrículas, tal y como lo habían diseñado los romanos. Sin embargo, al crecer la ciudad esta adoptó un tipo de urbanismo propio del mundo musulmán, de calles estrechas e irregulares.

La Zuda, o palacio del gobernador, se encontraba en el extremo noroeste de la medina junto a la muralla, al lado del Ebro. En numerosas ocasiones los zaragozanos se rebelaron y tomaron la Zuda por la fuerza para derrocar un mal gobernador. Tal vez esa fue una de las razones por las que el palacio de la Aljafería se construyó algo alejado de la ciudad.

El mercado o zoco principal se situó cerca de la mezquita mayor, en el solar del antiguo foro romano, cercano al río desde donde llegaban numerosas mercancías procedentes del Mediterráneo.

Los cementerios se construían junto a las puertas de la ciudad, alejados del centro de la ciudad.

Actividades económicas

Busca en el texto qué productos agrícolas se producían en la huerta de Zaragoza y objetos conservados de esa época elaborados en la ciudad.

Zaragoza era una de las ciudades más ricas de Al-Ándalus. Su emplazamiento a orillas del Ebro, cruce de caminos de numerosas rutas comerciales favoreció su desarrollo industrial y mercantil.

La proximidad de las desembocaduras de los ríos Huerva, Gállego y Jalón, además de la fértil ribera del Ebro, la surtieron de una rica y variada huerta. Los musulmanes supieron aprovechar y mejorar las infraestructuras hidráulicas de época romana para optimizar la producción de sus huertas. Varios cronistas de diferentes épocas así lo recogen:

  • Idrisi (siglo XII) afirmaba que Zaragoza estaba “rodeada de jardines y vegetales”.
  • Al Himyari (siglo XV) comentaba que Zaragoza poseía “el territorio más fértil y los vegetales más numerosos” de todo Al-Ándalus.
  • Al Qalqasardi (siglo XV) la describía con estas palabras: “parece una motita blanca en el centro de una gran esmeralda sobre la que se desliza el agua de cuatro ríos, transformándola en un mosaico de piedras preciosas”.

Además de los productos de huerta, en el entorno de Zaragoza se producía trigo, uva y aceite de oliva. Son varías las referencias que hacen mención a la existencia de molinos y hornos para la producción del pan. Estos últimos estaban en manos de las mezquitas de cada barrio y parte de los beneficios obtenidos se destinaban a ayudar a los más pobres.

En cuanto las industrias artesanales, las fuentes son también prolíficas en halagos a los productos que se generaban, por ejemplo, las prendas de piel, cuya industria se situaba en el actual barrio de las Tenerías; o los talleres de paños de algodón, cáñamo, lino e incluso seda. Estos tejidos y atuendos de piel, cuyos bordados y confección eran muy apreciados, se conocían como “zaragozíes”.

Otra importante industria local fue la del metal. Se fabricaban espadas y cotas de malla de hierro, objetos de cobre y de bronce e incluso se trabajaba la plata.

La alfarería fue sin duda otra destacada actividad a juzgar por los restos de hornos, testares y piezas encontrados en excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el casco antiguo de Zaragoza.

Las materias primas necesarias que no se producían en las cercanías de la ciudad llegaban a través del Ebro, navegable hasta su desembocadura, que la conectaba con los principales puertos del Mediterráneo. De este modo se favorecía también una prospera actividad comercial.

En época de Al-Muqtádir además de los habituales feluses de vellón (aleación de plata y cobre al 50%) y dírhems de plata, se acuñaron también dinares de oro, reflejo de la riqueza existente en su reino. 

La Aljafería, el palacio de Al-Muqtádir

Ve a visitar la Aljafería. Si de momento no tienes esa oportunidad, puedes ver el siguiente video de Youtube, del Auriga del Arte:

¿Crees que tiene algún parecido con los edificios de origen musulmán que se conservan en Córdoba o en Granada? ¿Qué diferencias adviertes con respecto a los castillos y catedrales cristianos de la época?

La corte de Al-Muqtádir

Busca en internet y en el siguiente texto algunos de los personajes que formaban parte del círculo intelectual de la corte de Al-Muqtádir y escribe en qué destacaron. Por ejemplo: el literato Ibn Hasday, los matemáticos Abú Abd Allah Assaraqustí y Al-Karmani, o el astrónomo Ahmad ben Muhammad Al-Naqqash.

En su corte destacó el judío Ibn Hasday, que fue visir o secretario de tres reyes sucesivos de la taifa (al-Muqtádir, al-Mu’tamin y al-Musta’in II). Escribió en árabe poesías y epístolas.

Otros ilustres judíos vivieron en la capital de Al-Muqtádir, como el gran literato y pensador Ibn Gabirol, quien criticaba a sus correligionarios zaragozanos por descuidar el hebreo y usar en cambio el árabe y el romance.

El estudio de las ciencias en el valle del Ebro alcanzó un momento cumbre. Se cultivó la medicina y la farmacología, astronomía y astrología, matemáticas y geometría, y también la física. La corte zaragozana destacó precisamente por estas ciencias bajo el mecenazgo de los Banu Hud, sobre todo de Al-Muqtádir y de su hijo Al-Mu’tamin.

Pero en la corte saraqustí también hubo prosistas y poetas como Ibn Al-Dabbag, Ibn’Amar, Ibn Ya’far Al-Qaysí, Al-Husrí, etc. llegados a Zaragoza desde diversos lugares, además de otros literatos oriundos del valle del Ebro, entre los que sobresale Al-Yazzar, el Carnicero.

La Zaragoza de al-Muqtádir en la literatura actual

Lee alguna de las novelas a continuación mencionadas, que te acercarán a la época de la taifa zaragozana a través de fascinantes aventuras.

José Luis CORRAL, El salón dorado

Juan, un muchacho vendido como esclavo en Constantinopla, llega a Zaragoza, donde consigue su libertad. Convertido al islam, ocupa importantes cargos en la corte de Al-Muqtádir. Conoce a grandes personajes, viaja a Toledo y a Marrakech y, ya anciano, vive la conquista de Zaragoza por parte de los cristianos. Sus últimos años los pasa en Fez, en el norte de África, donde dedica su tiempo a enseñar astronomía.

Arturo PÉREZ-REVERTE, Sidi. Un relato de frontera

Disfruta de las andanzas y los combates de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, primero en Castilla y luego a las órdenes de los reyes musulmanes de Zaragoza en su lucha por mantener seguras sus fronteras contra sus enemigos, ya fueran cristianos o musulmanes.

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